Pareciera que nos condenara el cariño, que son los que queremos quienes se nos van, que vamos quedando solos, que al dormir nos arropamos cada noche un poco más, que buscamos en el cielo una respuesta, una fecha de caducidad a la nostalgia por los tiempos que fueron y que, al menos por ahora, no serán más. Ver cómo van quedando las casas vacías y llenas de recuerdos también duele. Quienes se quedan también sufren el exilio, incluso en su propio país.
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